· Mendoza, de de ·
Tras la denuncia de su hijo Guillermo Pérez Roldán, el tenista mendocino posteó en Facebook su apoyo y ratificó las denuncias en una entrevista radial. Aquí cuenta su propio calvario.
Durante el fin de semana se conoció públicamente un caso que estremeció al tenis argentino: el diario La Nación publicó declaraciones de Guillermo Pérez Roldán, quien denunció el maltrato físico y psicológico del que fue víctima durante años por parte de su padre y entrenador, Raúl Pérez Roldán. La arista mendocina del caso es el ex tenista Luis Moreschi, quien conoció a Guillermo Pérez Roldán en la escuela de tenis del Club Andino. Tras un tiempo con él, decidió firmar un contrato con Raúl: "Sabía que había problemas. Viví 20 días con Guillermo y en una pensión con Raúl más de tres años. Suponía que no se hablaban por algo. No quise indagar pero se comentaba. En la nota queda bien clarito que lo que imaginaba era cierto, y como dice Guillermo, lo que ha contado solo es el 1% de lo que le pasó", explicó en una nota brindada a Aurora 91.3.
"Raúl era un tipo muy frío. Como su alumno y como su discípulo me decía "no quiero ser tu amigo, soy tu entrenador y nada más". Era muy distinto a lo que yo estaba acostumbrado. Solo hablaba de tenis. Si ganabas estaba todo bien pero si perdías se venían todas pálidas. Al principio me quiso endulzar porque yo tenía buena proyección. Me fue bien a nivel nacional a los 16 años y había pegado un buen salto", agregó.
Moreschi era una gran promesa del tenis mendocino cuando decidió emigrar bajo el ala de Pérez Roldán: "Me fui con él por el panorama del país. Había pasado 2001 y no había un sponsor para mí. Firmé con él y aparecieron dos sponsors. Me trataba normal al principio pero todo empeoró cuando empecé a competir. Entrené en febrero, firmé y nos fuimos a Francia, era todo nuevo para mi. Solo había viajado por Sudamérica y estaba ilusionado, el tenía buena gente jugando pero me habían dicho "tené cuidado" y no sabía si era por envidia o qué, con el tiempo, otros entrenadores se me acercaron y sabían cómo era pero tenía que vivirlo".
Luego continuó: "El panorama empezó a cambiar. Estaba lejos de mis viejos, con un contrato por el que él disponía lo que tenía que hacer y cuando empezaron las competencias empezaron los malos tratos. No me tocó ni un pelo pero yo era dócil y no estaba preparado en ese momento. En los entrenamientos me alentaba. Físicamente yo era muy fuerte, entrenaba muy duro a la par de cualquiera y no me rompía. A Machi (Máximo González) le decía que iba a vivir del tenis y a mí que iba a ser multimillonario. Pero si perdía un partido en un tercer set con un jugador con el que podía perder, me decía de todo. "No te gusta el tenis, no respondés al sacrificio que hacemos con los sponsors".
Moreschi vivió una dura experiencia en el momento que debía dar el gran salto: "El primer viaje fue muy duro. Dos años antes había estado en EEUU veinte días. No me imaginaba medio año fuera de mi país, lejos de mi casa. Siempre tuve contención, en cambio allá, después de los dos meses se tornó duro convivir con una persona complicada. Tenía 17 años y necesitaba el afecto. Como entrenador, Raúl era exitoso con un método exitoso pero a la fuerza. Guillermo no era talentoso pero era un laburante a las trompadas. Hay otras alternativas para ser mejor. Como yo no era su hijo me pude salir, pero me complicó en mi carrera".
"Un tenista puede ser chico en edad pero vive con quince años muchas cosas que vive otro chico con veinte. Madura más rápido. Hacés pretemporada cuando otros chicos están de vacaciones o estás jugando cuando los demás están durmiendo o estudiando. Dejaste muchas cosas por eso, algunos ni terminan el colegio, te planteas muchas cosas cuando tomas una decisión. Si seguía con una persona así me podía matar la cabeza. Te replanteas todo, volver a estudiar o seguir en el tenis. Vivir del tenis como profesional podés ganar mucho pero ser profesor no es lo mismo, es un trabajo como cualquiera y tenés que hacer algo más. Era difícil alejarse cuando había dejado todo por seguirlo. No me planteé abandonar porque pensaba que pudiera aparecer un sponsor que comprara el contrato", profundizó.
"No pude competir a nivel ATP que era lo que yo apuntaba. Incluso con él jugué tres torneos ATP con 16 años y perdí en las entradas ahí nomás del cuadro principal y no me dio la oportunidad de seguir, de pasar las qualys. Me decía "estamos perdiendo plata" y nos fuimos a jugar torneos por dinero en Francia. Así estuvimos dos años y medio. Él cobraba un porcentaje pero no me metía en el profesionalismo y no me daba la opción. Prefirió no gastar tanto y que siguiera fogueándome pero yo quería jugar ATP. Lo mismo le pasó a Machi. Aguanté tres años. Se lo planteé cuando saqué un punto ATP y me dijo "¡por fin sacaste un punto!". "¡Por fin me hacés jugar después de tanto viajar y no competir en lo que quiero!" En ese mismo torneo discutimos y decidí irme. Fue en Italia porque en Francia me suspendieron la temporada de verano porque de acuerdo al ranking podés anotarte en varios torneos. Me anoté en muchos, sin querer di tres walk over y me suspendieron. Me dio el ranking para ir a Italia a entrenar con Salvatti, que era su yerno y ahí pasaron todas estas cosas", contó Moreschi.
Finalmente, Moreschi logró abandonar a Pérez Roldán: "Lo vi unos meses después. Llamaba a mi abuela para que volviera a jugar. No llamaba a mi casa porque mis padres lo querían matar. No quería jugar pero que me dejara libre. Nos juntamos en Cañuelas y se lo dije en la cara: quiero seguir en el tenis pero no con vos. Me dijo que no, me pidió un precio para soltarme".
"Nunca me cuestioné qué hubiese pasado si hubiese aguantado. Estuve sin jugar cuatro meses. Mi abuela trabajaba para una empresa de Fortabat y le contó mi caso a un conocido que lo llevó a la AAT. El abogado me dijo que volviese a entrenar porque encontrarían una solución. Volví a entrenar en el club El Trébol de San Martín. El contrato tenía que ratificarse a los 18 años y yo nunca lo había ratificado. Nos mandamos varias cartas documento. Pude volver a jugar y nunca más me mandó nada. Supuestamente tenía que pasar cinco años por el contrato. En cinco años, dejás de jugar. A los tres años volví a jugar ATP y muchos torneos locales. Era número uno de la provincia, daba clases particulares, tuve hijos y me dediqué a la familia y a trabajar. Hace cinco años presenté un proyecto y tengo una escuela de tenis en Junín hasta que se paró todo", valoró el mendocino.
Hoy, Moreschi contempla a la distancia lo que pasó y lo que pudo haber sido: "Mi papá nunca se metió. Me apoyó económicamente hasta donde pudo y tuve la suerte que David Díaz me hizo jugar bien. Guillermo aportó mucho para que fuera la mejor escuela de Mendoza. David era mi segundo papá. Me daba buenos consejos. Yo quería despegar y David se enojó conmigo porque sabía lo que era Raúl. La decisión fue mía, nunca me imaginé que iba a sufrir así. No se compara a lo que sufrieron Guillermo y Mariana".
Justamente con la denuncia de Guillermo, salió el caso de su hermana Mariana y lo que ella también sufrió por los consejos de su padre: "A Mariana la conozco porque era la esposa de mi entrenador y ella me contó en ese momento lo que había vivido. Entonces no tenía relación con su padre y me contó que le explotó la rodilla en el partido, no se había presentado en el torneo anterior para cuidarse y tendría que haber parado antes. Un entrenador tendría que ver una cosa así, pero a Raúl se le pasó por alto".
Al conocerse la denuncia de Guillermo Pérez Roldán, ex alumnos de la escuela de de Andino recordaron que Guillermo también tenía ciertos toques abusivos en sus métodos de enseñanza: "Guillermo tiene la escuela del padre. Hoy sale a denunciar esos problemas porque ahora puede contarlo. Son buenos formadores pero basados en la técnica y Guillermo tenía un poco de esa violencia. Una vez me mandó a correr una hora y medio en castigo porque decía que no movía las piernas, otra vez me tiró un pelotazo pero eso es normal, es parte de lo que tiene que ser un tenista. David no habría permitido un exceso. Pero de ahí al maltrato psicológico o a la estafa económica es otra cosa. Guillermo aportó mucho y me corrigió los golpes. De Raúl saqué mucho pero no asumí lo malo. Un chico tiene que divertirse, amar al tenis, que tenga ganas de venir a entrenar y no andar empujándolo. Los padres deben apoyarlo e impulsarlo pero no obligarlo si no tiene ganas. Es importante que se haya sabido y que esto no vuelva a pasar no solo en el tenis, sino en cualquier deporte o disciplina de la vida".
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