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Anita, la periodista con parálisis cerebral, terminó su tratamiento tras 25 años 

Ana Gómez nació con parálisis cerebral y cada logro de su vida fue a base de un gran sacrificio. En un instituto de rehabilitación de Guaymallén, donde ya cumplió su ciclo, le hicieron una conmovedora despedida. 

Miercoles, 13 de Diciembre de 2023

Por Cecilia Corradetti

En su Tunuyán Ana Gómez, de 27 años, es “Anita”, periodista, luchadora, resiliente y con parálisis cerebral.
En las últimas horas vivió un día inolvidable que, seguramente, marcará un antes y un después en su largo trayecto por mejorar su calidad de vida: fue su última jornada en el Instituto Privado de Rehabilitación y Orientación (IPRO) situado en Guaymallén, donde concurre desde que tiene dos años de vida.

 “El lunes fue mi último día de rehabilitación en el instituto al que he concurrido siempre, mi segundo hogar desde que soy bebé. Es un lugar para niños, pero como son ellos quienes me han acompañado en toda mi trayectoria escolar, no querían soltarme hasta que consiguiera mis logros”, dijo Anita, en diálogo con ADN País.

   El instituto y su equipo ha sido un pilar fundamental en la vida de esta joven periodista que siempre luchó por sus derechos como persona con discapacidad.

  “Es mi segunda familia. A lo largo de los años realicé varias terapias, empecé con kinesiología, terapia ocupacional y fonoaudiología, esto último hasta que puede hablar con el dispositivo Tobii, el mismo que utiliza Esteban Bullrich. Cuando tenía 13 años también me incorporaron Psicología. Estoy agradecida y emocionada por una hermosa despedida que me organizaron”, relató.

   Se trató de un sencillo agasajo en el mismo lugar donde estuvo presente todo el personal que la acompañó durante años.

   “Me despedí junto con cuatro compañeros que ingresamos en busca de una mejoría. El solo hecho de estar vivos significa que lo logramos. Uno de los pacientes ingresó con ocho días de vida y hoy tiene 15 años. Somos todos familia”, reiteró.

   Anita reflexionó que los episodios más trascendentes de su vida pasaron por su cabeza cuando cerró la puerta del instituto.

   “Más allá de la gratitud eterna, pasaron por mi mente aquellos que ya no están. Hubo niños que quedaron en el camino y es difícil de aceptar”, consideró.

 -¿Qué balance hacer tras tantos años de apoyo?
   --Es muy difícil saber qué hubiese sido de mí sin este espacio donde siempre tuve a disposición herramientas para mejorar mi calidad de vida. Para mí es habitual estar en el instituto, es una rutina, es parte de mi existencia. Me ayudó siempre con mi escolarización, buscábamos alternativas para lograr el objetivo, como los lentes con puntero que usé durante mucho tiempo para escribir y hacer tareas. Con ese sistema, de hecho, escribí mi libro. Además, agradezco que si no tengo escoliosis, como muchas personas en mi condición, es gracias a los kinesiólogos.

 -¿Podías caminar cuando ingresaste al instituto de rehabilitación?
   --Sí, pero con asistencia, es decir, con la ayuda de un adulto y un aparato especial. Luego eso cambió y pasé a la silla de ruedas. Gracias a la fonoudiología pude encontrar mi voz y el camino hacia la alfabetización. Fue complicado, fue un largo proceso, pero me pregunto qué sería de mí sin todo eso. Tuve la oportunidad y lo valoro. Cuando era chica todo era en base a juegos y luego a objetivos. Sé que muchos quedaron en el camino por razones físicas, familiares o económicas. Insisto, yo tuve la oportunidad.
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Ultimo día en el instituto de rehabilitación, junto a su papá Aldo y la directora Gladys Tonelly.


  -¿Las terapias te ayudaron?
   --Absolutamente. Creo que las terapias ayudan a mejorar la calidad de vida, de lo contrario nadie iría al médico, psicólogo, dentista o kinesiólogo. Lo que sucede es que para una persona con discapacidad esto es de todos los días, meses y años.

  -¿Qué fue lo más conmovedor de tu despedida?
   --El mensaje de Silvia Canale de Bonfils, una de mis primeras terapeutas y fundadora del instituto, una persona que me conoce desde bebé. Me escribió esto: “Gracias a vos tomé clases con una programadora y empecé a preparar juegos para tu edad en la compu cuando todavía no había nada de eso. Sirvió para el trabajo con muchos niños con diversas dificultades motoras. Siempre te fijaste metas, algunas superables, otras no, pero siempre adelante. Te deseo lo mejor para esta nueva etapa y continuá especializándote en la profesión que elegiste”.


Una comunicadora que deja todo en la cancha


   Ana Gómez estudió la tecnicatura en Comunicación Social en IES 9-015 de La Consulta, San Carlos y en 2021, cuando egresó, confesó que fue el logro más importante de su vida.
  Ella misma graficó en qué consiste su condición: “Mi cerebro funciona muy bien, pero la información que manda a mi cuerpo, al pasar por el cerebelo, la distorsiona o directamente no llega, por eso no puedo hablar, caminar, mover bien mis miembros. Es como si tuviera un cable cortado que no permite llegar la información”.

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Anita se tomó fotos con todo el personal que la acompañó desde bebé. "Estoy viva y eso es mucho", reflexionó.


Nacida el 5 de noviembre de 1996, posee una memoria prodigiosa y una redacción perfecta.

   Oriunda de Tunuyán, se comunicó a través de una computadora que transmitía verbalmente lo que escribía hasta que accedió al Tobii. Fue distinguida y premiada en reiteradas ocasiones. En 2015 por la Junior Chamber International y la Cámara Argentina de Comercio por sus logros, que le dio el pase para la instancia nacional de los premios TOYP 2015 en los que también recibió un galardón. En 2016 la joven fue distinguida por la Cámara de Diputados.
   Con respecto a las limitaciones dijo que cuando uno “tiene una discapacidad severa existen invariablemente barreras arquitectónicas, de transporte, de estudio”, pero, por sobre todo, agregó, “hay ignorancia”.


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Junto a algunas de las profesionales que acompañaron a Anita durante tantos años. La nostalgia de la despedida.


   “Las personas le tienen miedo a lo desconocido, a veces pienso que decretan que a ellas no les va tocar, pero no saben qué será cuando sean viejas. Si lo supieran irían acomodando el mundo para pasarla mejor cuando lo necesiten”, reflexionó en alguna oportunidad.